contestada

Cuando Manuel llegó frente a la escalera de la calle del Águila, anochecía. Se sentó a
descansar un rato en el Campillo del Gil Imón. Veríase, desde allá arriba, el campo amarillento,
cada vez más sombrío con la proximidad de la noche y las chimeneas y las casas, perfiladas con
dureza en el horizonte. El cielo azul y verde arriba se inyectaba de rojo a ras de tierra, se
oscurecía y tomaba colores siniestros.